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Nin Munus

Explora la conexión ancestral con la tierra y la sabiduría femenina a través de esta serie.

Espíritus Femeninos

Nin Munus: una evocación pictórica de los espíritus femeninos arcanos, renacidos en lienzos que conectan la fuerza interior de la mujer con su memoria ancestral.

“Nin-nu-gul-ur”

Óleo sobre lienzo, 50 × 70 cm
De la serie “Nin Munus”

Esta pintura forma parte de la serie Nin Munus, inspirada en deidades femeninas arcanas que, durante milenios, habitaron la memoria colectiva de las mujeres. Su título en sumerio, Nin-nu-gul-ur, se traduce poéticamente como “La Señora que no se deja asfixiar por la bestia”, evocando la fuerza interior que brota ante cualquier intento de sometimiento.

La figura central, plasmada en intensos tonos azules y pinceladas libres, exhibe un cuerpo atravesado por fisuras que simbolizan tanto las cicatrices emocionales como el potencial de renacimiento. Al ser apenas esbozado, el rostro conserva una cualidad enigmática, aludiendo a lo inefable y primigenio que anida en la experiencia femenina. Este aire onírico invita al espectador a redescubrir su propia energía interna, en sintonía con una antigua conexión espiritual.

En Nin-nu-gul-ur, la divinidad se revela como una presencia ritual que emerge de un rezo milenario, recordando que fortaleza y vulnerabilidad conviven en un mismo ser. Contemplarla es sumergirse en un latido ancestral que persiste y se renueva, reivindicando la vigencia de la sabiduría femenina en la actualidad.

“Nin-bal-ki-ti”

Óleo sobre lienzo, 30 × 60 cm
De la serie “Nin Munus”

En esta obra, el título en sumerio Nin-bal-ki-ti alude a la “Señora que transforma la tierra en vida”: un arquetipo femenino primigenio que, desde tiempos remotos, encarna la relación sagrada entre la fertilidad y la naturaleza. El lienzo presenta a la figura central en una postura meditativa, delineada por pinceladas puntillistas y una paleta de verdes, ocres y rojos que evocan la fusión con la tierra.

Al fondo, un amplio horizonte marino y un sol radiante enmarcan el contorno de la silueta, realzando la sensación de paz y armonía. El intenso colorido del cielo sugiere un espacio en constante mutación, reflejando la energía transformadora propia de la deidad.

Como parte de la serie Nin Munus, esta pintura invita a contemplar el lazo ancestral entre el ser humano y la tierra: la “Señora” que, con su fuerza divina, renueva y vivifica la materia. Cada pincelada honra ese soplo vital, recordándonos que, en el corazón de la naturaleza, siempre late la promesa de una nueva vida.

“Nin-zim-hul-a”

Óleo sobre lienzo, 30 × 30 cm
De la serie “Nin Munus”

Esta pintura al óleo, de formato íntimo (30 × 30 cm), evoca la figura de una diosa primigenia a la que antaño las mujeres recurrían para liberarse de sombras y pesares. Su nombre, Nin-zim-hul-a, sugiere a “La Señora del Olvido del Mal,” aludiendo a un acto de anulación o disolución de las energías negativas que enturbian el espíritu.

En la obra, la silueta femenina emerge de una neblina de matices turquesa y rosa, flotando en un espacio onírico donde pinceladas suaves y brillos sutiles proyectan un aura cósmica. El contraste del negro en la figura insinúa tanto el misterio de lo arcaico como la contundencia de su poder: una presencia que, desde las profundidades del tiempo, acompaña los procesos de sanación interior.

Los difuminados y la pincelada suelta refuerzan la atmósfera etérea, invitando a la contemplación y a la introspección. De este modo, Nin-zim-hul-a opera como un canal simbólico para desprenderse de culpas, temores o recuerdos dolorosos, recordándonos que cada mujer encierra en sí la capacidad de transmutar la oscuridad y reconectar con su propia luz ancestral.

“Nin-zi-ud-gíd”

Óleo sobre lienzo, 50 × 70 cm
De la serie “Nin Munus”

Bajo el título Nin-zi-ud-gíd, esta obra presenta una antigua divinidad femenina cuya esencia habita en la lejanía del tiempo. El nombre en sumerio, compuesto de raíces atestiguadas, significa de manera libre “La Señora del espíritu del día lejano,” aludiendo así a la custodia de memorias remotas que, como brumas, pueblan nuestro interior.

La figura central camina junto al mar envuelta en corrientes de color que se funden con el horizonte, simbolizando el flujo incesante de las vivencias pasadas que resurgen en el presente. Sus contornos, difuminados en pinceladas fluidas de tonos azules y violetas, sugieren una atmósfera onírica, invitando al espectador a viajar a un espacio suspendido entre la realidad y la ensoñación.

Como parte de la serie Nin Munus, Nin-zi-ud-gíd encarna una presencia arcana que vincula el mundo tangible con los ecos de nuestros recuerdos más antiguos. En su estela, descubrimos la fuerza de la memoria colectiva y la capacidad de la conciencia para navegar en lo profundo del tiempo.

“Nin-izzi-uzi-zi”

Óleo sobre lienzo, 40 × 40 cm
De la serie “Nin Munus”

En este lienzo de 40 × 40 cm, la figura femenina aflora como si surgiera de un estallido de energía cósmica, delimitada por pinceladas enérgicas que arremolinan rojos, naranjas y amarillos, al tiempo que un fondo profundo, tachonado de blancos estelares, realza la sensación de inmensidad. El contorno, definido por capas ondulantes de color, evoca una danza elemental donde la materia y el espíritu se entrelazan en continuo movimiento.

La paleta cálida y dinámica recuerda la fuerza primigenia del fuego, mientras las zonas de azul intenso y sombras profundas insinúan la vastedad del universo y la capacidad del ser para expandirse más allá de lo tangible. Esta vibración cromática invita al espectador a detenerse en los matices que articulan la silueta, sugiriendo que en ella late tanto la esencia física (uzi) como el hálito de la vida (zi).

Contexto en la serie “Nin Munus”:
La pintura forma parte de la serie Nin Munus, concebida como un viaje a través de arquetipos femeninos ancestrales. En “Nin-izzi-uzi-zi,” esa diosa o “Señora” del fuego interior se manifiesta como agente de transformación, recordándonos que la chispa vital puede encender cambios profundos y trascender toda limitación. Así, la obra integra un diálogo íntimo entre la fuerza creativa de la llama y la naturaleza humana, haciendo visible el ritual pictórico donde cuerpo y espíritu se funden en un mismo acto de vida.