La Lucha Silenciosa del Arte

El arte auténtico es una rebelión silenciosa contra la mediocridad, una lucha por crear lo bello y lo duradero, mientras el tiempo se encarga de borrar lo efímero y lo falso.

7/4/20241 min read

El arte, como todo acto profundamente auténtico, es una lucha silenciosa, un enfrentamiento constante y sutil contra las fuerzas que intentan ensuciarlo con la banalidad. Y como el armiño que prefiere enfrentarse a los perros antes de manchar su manto blanco, algunos de nosotros preferimos la batalla antes que ceder a la mediocridad. No es por arrogancia, es una convicción arraigada: el tiempo depurará lo superficial y solo lo verdadero, lo bello, sobrevivirá.

Es irónico, ¿no? En un mundo donde lo feo se viste de modernidad y transgresión, la verdadera rebelión es crear algo que trascienda, algo que preserve la esencia. Como aquellos que, en la antigüedad, no luchaban solo por sobrevivir, sino por dejar una huella imborrable. Pintar, para mí, no es simplemente una habilidad. Es una necesidad, una forma de honrar esa lucha y no sucumbir a las modas efímeras que hoy reciben aplausos y mañana se desvanecen como polvo.

A menudo, el mercado del arte y ciertos círculos intelectuales actúan como si fueran guardianes de un templo vacío. Han olvidado que lo importante no es el discurso que rodea una obra, sino lo que la obra misma transmite. El espectador, al igual que el lector que se enfrenta a una gran obra literaria, busca algo que lo conmueva. Y si esa conexión no ocurre, no hay discurso ni justificación que salve a una obra de su vacío. Porque el arte que necesita ser explicado para ser comprendido, rara vez es arte en su forma más pura.

Muchos creen que la innovación está en lo grotesco, en lo forzado, en lo innecesariamente complicado. Pero la verdadera maestría está en lo simple, en lo que queda después de que todo el adorno se ha desvanecido. Un viejo amigo solía decir, con un toque de ironía: “El arte, cuando se hace bien, no necesita defensa.”

Así es como lo veo. Lo que realmente importa no es seguir las tendencias o las expectativas de lo que es "moderno" o "innovador". Lo que importa es crear algo que, cuando todo el ruido se apague, permanezca. Algo que siga hablando, sin necesidad de adornos ni justificaciones. Porque al final, el arte auténtico no se defiende, se sostiene por sí solo.